Una propuesta para preparar el corazón
para Navidad

El 2 de diciembre de este año es el primer domingo de Adviento; el Adviento es el tiempo de preparación para vivir la fiesta de Navidad.
Queremos proponerles prepararse en familia o en comunidad ayudados por la Corona de Adviento que consiste en una oración junto al pesebre.

Preparamos la corona de Adviento

Material necesario:

Un aro, ramitas, cintas o papel crepé verde, cintas o pelotitas rojas, cuatro velas, no muy altas (violeta, roja, rosa y blanca), arena o sal y un plato.

Es importante, al preparar la corona de adviento, ir pensando el significado de cada elemento que colocamos.

1. Forramos el aro con las ramitas, cintas o el papel crepé. El aro, que no tiene ni principio ni fin, representa el amor de Dios, que es eterno. Lo verde, representa la esperanza en la venida del Salvador, es decir, de Jesús.

2. Colocamos el aro sobre un plato en dónde se pegan las velas que se irán prendiendo a lo largo de los cuatro domingos de adviento. En cada uno se explicará el porqué de cada color. Las velas representan la luz que Jesús trae al mundo.

3. Buscamos un lugar en donde colocar la corona para que quede durante el tiempo de Adviento. Cada una de las velas se enciende un domingo, se deja encendida un ratito durante la lectura del evangelio y la oración y luego se apaga. También se puede encender la o las velas correspondientes, por ejemplo, a la hora de la cena.

Primer domingo de Adviento

El primer domingo de Adviento se enciende la vela morada. Este color significa el arrepentimiento, el perdón. Es un tiempo de conversión, de modificar nuestro corazón para recibir a Jesús.
Cuando nace un bebé, el hogar se revoluciona, hay cosas que se cambian de lugar y en cada rincón encontramos algo del recién nacido.
Apenas se entra a la casa, ya se huele un aroma especial.
Preparemos el corazón para dejar que Jesús lo ocupe en su totalidad.
Que los que nos rodean, al vernos, descubran que hemos cambiado, que nos hemos convertido y tenemos a Jesús en nuestra vida.

Mateo 24, 37-44
Jesús dijo a sus discípulos:
Cuando venga el Hijo del hombre, sucederá como en tiempos de Noé. En los días que precedieron al diluvio, la gente comía, bebía y se casaba, hasta que Noé entró en el arca; y no sospechaban nada, hasta que llegó el diluvio y los arrastró a todos. Lo mismo sucederá cuando venga el Hijo del hombre. De dos hombres que estén en el campo, uno será llevado y el otro dejado. De dos mujeres que estén moliendo, una será llevada y la otra dejada.
Estén prevenidos, porque ustedes no saben qué día vendrá su Señor. Entiéndanlo bien: si el dueño de casa supiera a qué hora de la noche va a llegar el ladrón, velaría y no dejaría perforar las paredes de su casa. Ustedes también estén preparados, porque el Hijo del hombre vendrá a la hora menos pensada.

Oración para rezar al encender la primera vela de la corona de Adviento.

Querido Jesús, queremos prepararnos como familia para recibirte; por eso, queremos pedirte perdón por las veces en que no nos acordamos de vos o actuamos sin amar a los demás (Pensamos algunas peticiones de perdón y después de cada una, decimos juntos: Jesús, te pedimos perdón).

• Por la veces que no escuchamos a quien nos habla…
• Por las veces en que no colaboramos o no ayudamos a los demás…
• Porque nos cuesta compartir…
• Porque las ocasiones en que no nos interesamos por lo que le sucede al otro…
• …

Segundo domingo de Adviento

Encendemos nuevamente la vela morada, recordando que a veces nos alejamos de Dios, pero que él no nos deja solos: nos promete un Salvador, Jesús.

Encendemos la roja, que representa el amor de Jesús.

Esta semana, vamos a ver como podemos convertir nuestro corazón para amar cada día más. Pensamos en cómo podemos amar más a nuestros amigos, hijos, padres, familiares, vecinos…

No hace falta pensar en grandes cosas. Casi siempre fallamos en lo más pequeño y tratamos peor al que tenemos más cerca o más queremos.

Quizás, sólo sería suficiente ayudar a un compañero de tareas o colaborar un poco más en las cuestiones del hogar, para hacer que en nuestra familia reine el amor y la paz.

Mateo 3, 1-12
En aquellos días, se presentó Juan el Bautista, proclamando en el desierto de Judea: Conviértanse, porque el Reino de los Cielos está cerca. A él se refería el profeta Isaías cuando dijo: Una voz grita en el desierto: Preparen el camino del Señor, allanen sus senderos.
Juan tenía una túnica de pelos de camello y un cinturón de cuero, y se alimentaba con langostas y miel silvestre.
La gente de Jerusalén, de toda la Judea y de toda la región del Jordán iba a su encuentro, y se hacía bautizar por él en las aguas del Jordán, confesando sus pecados.
Al ver que muchos fariseos y saduceos se acercaban a recibir su bautismo, Juan les dijo: Raza de víboras, ¿quién les enseñó a escapar de la ira de Dios que se acerca? Produzcan el fruto de una sincera conversión, y no se contenten con decir: Tenemos por padre a Abraham. Porque yo les digo que de estas piedras, Dios puede hacer surgir hijos de Abraham. El hacha ya está puesta a la raíz de los árboles: el árbol que no produce buen fruto será cortado y arrojado al fuego.
Yo los bautizo con agua para que se conviertan; pero aquél que viene detrás de mí es más poderoso que yo, y yo ni siquiera soy digno de quitarle las sandalias. Él los bautizará en el Espíritu Santo y en el fuego. Tiene en su mano la horquilla y limpiará su era: recogerá su trigo en el granero y quemará la paja en un fuego inextinguible.

Oración para rezar al encender la segunda vela de la corona de Adviento.

Te damos gracias Dios padre por estar siempre a nuestro lado y enviarnos a Jesús para que nos enseñe el camino del amor.
Te pedimos que nos hagas más comprensivos, más generosos, más solidarios y que crezca nuestra capacidad de escuchar y descubrir qué necesitan nuestros hermanos, padres, abuelos…
Queremos un corazón que crezca día a día, en su capacidad de amar.

Tercer domingo de Adviento

Encendemos las velas que hemos prendido los domingos anteriores y que nos recordaban la necesidad de arrepentimiento, la promesa de salvación y el amor de Dios.

Hoy encendemos la vela rosa que significa la alegría de haber recibido la buena noticia. La llegada del Salvador ha cambiado el mundo: los ciegos ven, los sordos oyen, los paralíticos caminan…

Pensemos qué es lo que no oímos, qué es lo que no queremos ver, a dónde no vamos por comodidad o falta de ganas (Son formas de ser ciego, sordo o paralítico en la época actual).

Pidámosle a Jesús que nosotros también podamos ver, oír  y ponernos en movimiento para ayudar a nuestros hermanos.

Mateo 11, 2-11
Juan el Bautista oyó hablar en la cárcel de las obras de Cristo, y mandó a dos de sus discípulos para preguntarle: ¿Eres tú el que ha de venir o debemos esperar a otro?
Jesús les respondió: Vayan a contar a Juan lo que ustedes oyen  y ven: los ciegos ven y los paralíticos caminan; los leprosos son purificados y los sordos oyen; los muertos resucitan y la Buena Noticia es anunciada a los pobres. ¡Y feliz aquél para quien yo no sea motivo de tropiezo!
Mientras los enviados de Juan se retiraban, Jesús empezó a hablar de él a la multitud, diciendo: ¿Qué fueron a ver al desierto? ¿Una caña agitada por el viento? ¿Qué fueron a ver? ¿Un hombre vestido con refinamiento? Los que se visten de esa manera viven en los palacios de los reyes. ¿Qué fueron a ver entonces?
¿Un profeta? Les aseguro que sí, y más que un profeta. Él es aquél de quien está escrito: Yo envío a mi mensajero delante de ti, para prepararte el camino.
Les aseguro que no ha nacido ningún hombre más grande que Juan el Bautista; y sin embargo, el más pequeño en el Reino de los Cielos es más grande que él.

Oración para rezar al encender la tercera vela de la corona de Adviento.

Jesús, te pedimos que nos abras los ojos para que descubramos qué necesitan los que formamos esta familia.
Que no estemos encerradados en nuestros propios problemas, sino abiertos a ver qué ocurre a nuestro alrededor.
Te pedimos que nos hagas escuchar atentamente cuando alguien nos habla y lo podamos ayudar a través de un consejo o de la comprensión.
Te pedimos que nos des fuerzas para caminar hacia el que necesite nuestra ayuda.
Que, aunque estemos cansados, siempre nos levantemos para ayudar a los que nos rodean.

Cuarto domingo de Adviento

Encendemos las velas anteriores dando gracias a Dios por lo que hemos vivido por su promesa de salvación y por cómo hemos crecido en el amor.

Encendemos la vela blanca que representa el sí de María y el sí de José.

María y José pusieron sus vidas en las manos de Dios. Ellos tenían un proyecto de vida y de familia que modificaron cuando Dios se hizo presente en su vida y les encargó ser los padres del salvador.

Al encender esta vela blanca, pidamos a Jesús que seamos capaces de decir sí al proyecto que Dios tiene para nosotros.

Este proyecto no es para beneficio de Dios, sino para el bien de los hombres.

Mateo 1, 18-24
Este fue el origen de Jesucristo: María, su madre, estaba comprometida con José y cuando todavía no habían vivido juntos, concibió un hijo por obra del Espíritu Santo. José, su esposo, que era un hombre justo y no quería denunciarla públicamente, resolvió abandonarla en secreto. Mientras pensaba en esto, el ángel del Señor se le apareció en sueños y le dijo: José, hijo de David, no temas recibir a María, tu esposa, porque lo que ha sido engendrado en ella proviene del Espíritu Santo. Ella dará a luz un hijo, a quien pondrás el nombre de Jesús, porque él salvará a su pueblo de todos sus pecados.
Todo esto sucedió para que se cumpliera lo que el Señor había anunciado por el Profeta: La virgen concebirá y dará a luz un hijo, a quien pondrán el nombre de Emanuel, que traducido significa: Dios con nosotros.
Al despertar, José hizo lo que el ángel del Señor le había ordenado: llevó a María a su casa.

Oración para rezar al encender la cuarta vela de la corona de Adviento.

Querido Dios padre: te pedimos que podamos decir que sí a las necesidades de nuestros hermanos.

Sí, cuando nos piden ayuda.

Sí, cuando nos quieren contar algo y podemos escuchar y aconsejar.

Sí, cuando necesitan una mano.

Sí, cuando tenemos que dejar algo que nos gusta para dárselo a un hermano.

Que en nuestra familia se escuche con más frecuencia la palabra sí para que podamos crecer en el amor.