La problemática del agua en la diócesis de Añatuya

En muchas oportunidades, desde la Fundación Gottau, hemos hecho referencia a los numerosos problemas con que se enfrentan a diario los habitantes de la región del chaco santiagueño y en esta oportunidad queremos profundizar algo más en el tema de la provisión de agua potable.

El servicio de agua potable existe sólo en las ciudades; la población rural no cuenta con este servicio y deben almacenar el agua de lluvia en aljibes o tanques. Pero como el clima de la región es cálido de estación seca invernal y desde abril a septiembre es muy raro que se produzcan precipitaciones, se dificulta aún más el acceso al agua. Por otra parte, entre octubre y marzo las lluvias pueden ser muy intensas y provocar inundaciones, como sucedió en febrero de 2007 y reflejamos en nuestra revista o como ocurrió en marzo de este año, por los desbordes del río Salado.

Se han hecho estudios y perforaciones en diversos puntos del territorio de la diócesis y, en su mayoría, han dado resultados negativos (alto porcentaje de sal o de arsénico en el agua). Son poquísimos los parajes donde se obtiene agua potable de las perforaciones.

Investigando un poco en la historia de la región encontramos que “Las tierras del chaco santiagueño, quizás desde tiempos inmemoriales, sufrieron pavorosas sequías. Según los estudiosos, más de cien ríos interiores se agolpan en el seno santiagueño en misteriosas recorridas, sin embargo una sequía infernal se posaba en la superficie virgen de Añatuya y su zona circundante.
A orillas del río Salado trajinaban los indios en procura de ese vital elemento a pesar de su gusto salobre. Ese río que en sus crecidas formaba insalubres pantanos, y las esporádicas lluvias aplacaban la sed, pero en las zonas alejadas del río, con su monte achaparrado y tortuoso, colmadas de plantas espinosas, tenían largas temporadas de sequías. Algunas tribus cavaban pozos, hurgaban el seno de la tierra en busca de agua en una lucha constante por conservar la vida. La pequeña Añatuya de 1803 y aquella de principios de siglo sufría ese elocuente problema. Aún hoy, esta Añatuya ya ciudadana del siglo XIX no ha conseguido solucionar en forma definitiva esa cuestión pues sería necesario potabilizar las aguas del río para su mejor aprovechamiento y en beneficio de la población en todo sentido” (Antonia Raquel Suárez, poeta e historiadora añatuyense en su libro “Historia de Añatuya”).

Particularmente en la ciudad de Añatuya ha habido muchos inconvenientes con el servicio de agua potable durante febrero de 2008. Los vecinos debieron racionar el uso de este bien primario debido a que llegaba a sus casas sólo de 6.00 a 8.00 y de 21.00 a 24.00, lo que provocó que se convocaran marchas y asambleas populares para reclamar la normalización del servicio.

En el caso de Cáritas Diocesana la preocupación estaba centrada en la proximidad del comienzo del ciclo lectivo y cómo iba a afectar este problema al funcionamiento de los “Centros de Cáritas de Atención Integral a la Infancia” donde reciben alimento y educación niños carenciados de 2 a 4 años de edad. Gracias a una donación especial de la señora Angélica Garona, con una particular sensibilidad por el tema del agua en la diócesis, se pudieron adquirir y colocar tanques de 300 litros en cada uno de los seis CCAI de la ciudad de Añatuya. Estas obras aseguraron el almacenamiento de agua potable necesario para el normal funcionamiento de los seis centros aunque no se normalice el servicio de agua corriente.

Son numerosas las causas que se suman para que sea un problema el acceso al agua potable para los habitantes de la diócesis de Añatuya, pero también son muy fuertes el trabajo que desarrollan los agentes del obispado y el compromiso solidario de los amigos de la diócesis. Por eso confiamos que uniendo esfuerzos y oraciones se pueda seguir avanzando en las soluciones para este problema.