por P. Cristian Ducloux fdp

El padre Cristian es el tesorero de la Fundación Gottau, pero también es el ecónomo de la diócesis de Añatuya, es el más indicado para contarnos la magnitud de la ayuda que nuestra Fundación hace a la obra del obispado

La Fundación Gottau en la actualidad de la diócesis

Estimados amigos de la Fundación Gottau, en este contexto del cincuentenario de la diócesis de Añatuya no quiero dejar pasar esta oportunidad de hacerles llegar nuestro agradecimiento en nombre de todos los beneficiarios de las obras de evan-gelización y promoción.

Hoy por hoy, la fundación Gottau es unos de los mayores aportantes para el sostenimiento económico de todo lo que hacemos por nuestros hermanos más necesitados de la diócesis de Añatuya. Nuestra diócesis, como ustedes ya saben, se caracteriza por el bien social y evangelizador que realiza a través de sus diversas obras.

La diócesis que acompañamos vive literalmente de la Providencia. Puedo dar fe de ello, y paso a contarles brevemente algunos detalles.

Los recursos propios con los que contamos surgen del alquiler de tres salones, lo que nos genera un ingreso de $18.000. El arrendamiento de un campo nos aporta $50.000 al año. Ese es nuestro capital económico. Sin embargo contamos con un enorme capital humano que nos aporta la dedicación y el esfuerzo de 30 sacerdotes, casi 100 monjitas y cientos de laicos mi-sioneros comprometidos con esta árida tierra.

Los vehículos necesarios para llegar a los feligreses, en su gran mayoría, los compramos con dinero de Adveniat (una fun-dación de católicos alemanes que ayuda a diócesis pobres) y la fundación Gottau; nuestras escuelas son gratuitas; sólo se pide una colaboración a las familias de los alumnos y los sueldos que son subvencionados por el gobierno provincial; nuestros alumnos son chicos muy humildes, verdaderamente los más pobres, se los aseguro.

Las residencias estudiantiles, se sostienen con padrinos particulares, y algunas fundaciones que giran dinero para ello: Fundación Grupo San Felipe, Haciendo Camino, Asociación Santa María Reina del Cielo, Fundación San Pablo, Fundación Mosoteguy, y también la Fundación Gottau, entre otras. Hoy albergamos 300 chicos, entre niños y jóvenes, a los cuales les brindamos la posibilidad de futuro mejor.

Los hogares de ancianos y discapacitados los llevamos adelante con los aportes de las obras sociales, aunque no todos los residentes la poseen, por lo cual recurrimos nuevamente a la ayuda de la Fundación Gottau y de la Fundación Pérez Companc.

A las comunidades religiosas del interior, se las ayuda gracias a una fundación alemana llamada Kirche in not, que cuando recibimos el dinero nos parece mucho pero, al dividirlo entre las cien hermanas no llega a los 50 dólares mensuales para cada una.
La colecta Más por menos nos ayuda mucho para las tareas sociales, asistir enfermos, reparar inmuebles, ayudar a organismos que trabajan social y pastoralmente en la diócesis, como algunas escuelas, residencias, Grávida, etc.

Y la pequeña, pero grande a la vez, Fundación Gottau que sale a asistir a todas estas obras juntas, paga sueldos para que los chicos tenga quien les cocine, quien les enseñen, quien los cuide. La Fundación, que conformamos todos los que ayudamos con nuestras donaciones, vela, protege, asiste y sostiene todo el cuerpo. Las obras son el esqueleto, y todos los que trabajan en ellas conforman la masa corporal; la Fundación es la sangre que oxigena, ayudando mes a mes, para que toda la estructura tenga vida.

Cuando ustedes hacen sus aportes, están ayudando a estudiar a cientos de niños y jóvenes. A que vivan protegidos y cuidados decenas de ancianos y hermanos discapacitados. Cuando ustedes hacen sus aportes, ayudan a curar y, sobre todo, cuando ustedes hacen sus aportes, están siendo parte en la construcción de un mundo mejor con los valores que nuestras obras fomentan… ¿De qué sirve un plato de comida sin amor, verdad, justicia y trato personal? Nosotros no repartimos netbooks, ojala pudiéramos, nosotros repartimos vida, sentido y un para qué de las netbooks, de las carpetas, de la ropa, de los alimentos o de las becas. Tratamos con personas y las tratamos como tales, con el riesgo propio del amor, que es la libertad…

Amigos, a mi me toca en muchos casos ver los frutos (que suerte la mía), al equipo administrativo de la Fundación, la árida tarea de todos los días. Ustedes son los de corazón grande y nuestra gente los que nos están abriendo la puerta del cielo, “cuando tenía hambre me dieron de comer…” (Cfr. Mt. 25)

Quiero contarles que tenemos mucho por hacer, queremos seguir creciendo, que-remos seguir infundiendo vida, sentido y los valores del Reino de Dios. Esa es nuestra misión y nuestra asignación, es la que nos dejó el Señor, que no quiere quedarse en unos pocos sino llegar a todos…

Los necesitamos. ¡Gracias, muchas gracias por todo!

P. Cristian Ducloux